16 septiembre 2006

Sara


Sara es mi gata, tiene casi 4 años y es madre de dos gatas, siempre a tenido el carácter un tanto huraño sobre todo con los desconocidos, seguramente se acuerda de lo mal que lo pasaba cuando nació en la escollera del puerto de Valencia, era una gata callejera que vivía con un grupo de gatas en las piedras de la escollera, seguramente pasó mucho frió y hambre, ademas de soportar las agresiones de toda clase de energúmenos del genero humano que por allí pasaban, en febrero de 2003 la recogimos y la trajimos a casa, tengo que confesar que yo no tenia muy claro lo de traer una gata, pero mi mujer y mis hijas hicieron la presión justa y cedí, la metimos en una caja de zapatos y experimento su primer viaje en coche, tenía tanto miedo que se meo en la caja, ya teníamos a Sara en casa y estaba realmente sucia, decidimos darle un baño con agua templada y champú de las niñas, se porto bastante bien, ya parecía otra cosa, tan negra y con las orejas tan grandes parecía Batman.


Fue pasando el tiempo y poco a poco nos dimos cuenta que tenia de todo, sarna, una infección en los bronquios, chinches en las orejas, la llevamos al veterinario y poco a poco fue librándose de todas sus enfermedades, fui descubriendo lo que me gustaba tener a esa gata con nosotros, se fue convirtiendo en uno más de la familia, le fui cogiendo cariño según pasaba el tiempo.


Vivimos en un primer piso que tiene una gran terraza, que a su vez da al tejado de un mercadona, que a su vez comunica con otras terrazas de las fincas de alrededor, por lo que la gata tiene una gran libertad para salir a pasear por el muro de las terrazas vecinas y bajarse al tejado de mercadona y darse un paseo.


Con el tiempo un día Sara estaba preñada, tendría amiguetes de otras terrazas y paso lo que tenía que pasar, pario a sus gatitos y desgraciadamente enfermó y contagio a los cachorros que murieron rápidamente, pero enseguida volvió a estar preñada y esta vez pario dos gatas, Lucy y Dori que ya tienen dos años y están con nosotros, después de esto esterilizamos a Sara y se dedico al cuidado y educación de sus hijas con mucha dedicación, según pasaba el tiempo y las gatitas iban creciendo Sara iba apaciguando el carácter y cada vez es más y mas cariñosa y lista, es una gata muy lista.


Nunca molesta cuando dormimos, pero los fines de semana que nos levantamos más tarde, espera a que me despierte y en cuanto me oye viene a la cama a que le acaricie la cabeza y a ronronear mientras me da cabezazos, cuando estoy en el sillón si le digo sube, suele venir y se tumba junto a mí o se duerme en su rincón del sillón favorito apoyando la cabeza en el brazo, esta muy gorda y se estira todo lo larga que es, mientras duerme.


Todas estas vivencias han hecho que le tenga un gran cariño a mi gata Sara y de repente en la noche del jueves al viernes Sara ha desaparecido, la buscamos varias veces al día por el barrio pero nada, por otra parte es muy difícil que llegue a la calle, el tejado de mercadona no tiene acceso a la calle y saltar suponen 5 o 6 metros de altura, con su peso veo difícil el aterrizaje, por lo que no creo que este en la calle, más bien empiezo a pensar que algún malnacido hijo de puta de las terrazas vecinas, le ha hecho algo a mi gata, estoy muy triste con la desaparición de Sara, nunca creí que me afectaría tanto su perdida, siempre queda la esperanza de que de repente oigamos un golpe sordo sobre la mesa de la terraza y sea Sara que vuelve de un paseo un poco largo.


Hasta pronto Sara.


ACTUALIZACIÓN 19/09/2006.

Sara ha aparecido, estaba auto-recluida en un zulo, había bajado a una terraza y no supo o no había podido subir y por temor a las personas y los perros de la casa se había ocultado en un armario trastero que había allí, pusimos carteles por el barrio y hoy nos han llamado para decirnos donde estaba, han ido a por ella y ya esta en casa, ahora tendré que gastarme una pasta en psicólogos gatunos para quitarle el trauma del encierro, esta muy recelosa, tal vez así aprenda a no meterse donde no la llaman, estamos todos muy contentos, ya la dábamos por perdida, ¡gente de poca fe!.

Bien esta lo que bien acaba.


Que mala consejera es la desesperación..............




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