29 marzo 2011

¿Inauguramos un Cartel?

Vivimos tiempos revueltos que no auguran nada bueno para los trabajadores con un gobierno que prostituye la palabra Socialismo y Obrero con sus actos neo-liberales siempre atentos a la orden de la voz de su amo, no soy yo que no sé nada quien dice que hay otros caminos para salir de la crisis sin machacar a los trabajador, hay para elegir en la Red y en prensa estudios de economistas, catedráticos, etc., que plantean otras muchas salidas, sin ir más lejos hay una carta abierta del Sr. Sevilla, que fue ministro del Sr. Rodríguez Zapatero que ve otras opciones.

O en el ámbito Autonómico, en mi caso la Comunidad Valenciana, dilapidan millones de euros en actos triviales con escasa o nula productividad como ejemplos entre muchos la F1 o la construcción del Agora, algo carísimo que nadie sabe para qué sirve, mientras muchos niños de la enseñanza pública siguen en contenedores convertidos en aulas porque nos les hacen los colegios que tienen la obligación de hacer, eso si la enseñanza concertada, muy afín a los postulados de sociedad del partido que nos gobierna, aumenta sin problemas. Sin ir más lejos muy cerca de mi casa hace unos días celebramos los cuatro años de vida de un bonito cartel que dice “Aquí tu nuevo Instituto”, está en un solar del Bulevar Sur lo pusieron unos días antes de las elecciones de 2007, pero no es solo la anécdota jocosa y la poca vergüenza de quienes nos gobiernan, todas estas cosas tienen consecuencias, el Instituto Juan de Garay se ve obligado a tener doble turno y los estudiantes de tardes salen a las 21:00 horas y los colegios de primaria de la zona tienen que impartir dos cursos de secundaria, ¿de locos no les parece?, pero pensándolo bien todo esto son minucias para nuestros preclaros gobernantes, si luego puedes salir en la foto bien bronceado y guapo como un pincel junto a Bernie Ecclestone. Esto es solo un ejemplo de los muchos que se dan en la CV.

Ayer leí en un Blog un comentario que si bien tenía un cierto tono jocoso, con gran profundidad desnudaba una verdad incuestionable, en España no se votan los programas, se votan siglas y personas, sin el más mínimo análisis de su decisiones pasadas o propuestas a futuro, no importa si apropiándose del apelativo Socialista hunden a los trabajadores y sus derechos sociales o si el candidato a Presidente del Gobierno no entiende su letra ni se acuerda lo que ha escrito o si están imputados en causas por corrupción o si visten elegantes trajes regalados por una trama cuyos dirigentes están en prisión, no importa nada, una gran mayoría seguirá votando lo que siempre votó, cimentará su voto en la costumbre, en creencias religiosas, regionalismos o nacionalismos trasnochados, incluso en actos triviales y el miedo a cambiar lo de siempre. El comentario en cuestión era algo así como “Si vuelvo a escuchar a un trabajador decir que votará al partido del impostor le rompo los dientes con el culo del vaso”, demoledor, pero expresa nítidamente la frustración de muchas personas que ven lo que nos viene encima y no perciben que la gente, más allá del susto inicial, reaccione de forma alguna.

Más de una vez me pasa por la cabeza la terrible idea de que tenemos lo que nos merecemos.

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